1.- DISCURSO INAUGURAL DEL DIRECTOR DE LA AMC A LOS NUEVOS CADETES:
—Saludos, mi nombre es Kudus Cálandar, director de la academia. —se aclara la garganta— Un nuevo semestre cumplimentamos para forjar a las nuevas "espadas" que defenderán Vossed a todas luces. Cadetes que dejan atrás esta primera insignia, para hacerles entrega de una nueva con más peso y responsabilidad. Cadetes que ahora pasarán a engrosar las filas lykon. Nombramiento que desde hoy portarán con honor y disciplina. —Un estruendoso aplauso se oye mientras se dan las insignias.
—En siguiente lugar, pero no menos importante, un semestre que se va, inevitablemente nos aporta otro que se viene. Las matemáticas no fallan. —rió entre dientes de forma ligera, antes de volver a su discurso con la seriedad de vuelta.
—Nuevos reclutas nos llegan de las propias tierras vossianas. Otros, de tierras más lejanas, queriendo huir de la pobreza que dejan las constantes acometidas de los indeseables enemigos, más numerosos en otros lares al no contar con unas defensas como Vossed posee. Sea como sea, aquí siempre vamos a acoger a todo ser que quiera arrimar el hombro y hacer prosperar esta nación. Porque hay algo que siempre digo en cada discurso... y por tanto es algo que los nuevos lykon ya saben. Y es que Vossed... —el director aprieta el puño en alto para enaltecer su palabra— nuestra madre patria, ¡prevalecerá! —Los aplausos se vuelve a oir en estallido.
—¡Con los viejos lykon! ¡Con los hoy ascendidos! ¡Y con los que están por venir! Ceso la palabra a la subdirectora Vantar Leinz.
Es entonces cuando la subdirectora sucede al director en el atril y, cesan los aplausos cuando levanta la mano.
—Bien, una vez promocionados la nueva camada lykon. Es menester hablar ahora a los nuevos cadetes. —calla por dos o tres segundos.
—Veo en vuestras caras la mezcla de emoción, incertidumbre y, miedo. Y es normal, no seré yo -ni nadie- quien os diga que no temáis. Pues el temor está intrínseco en nosotros porque nos es útil. Como el propio dolor, pues si careciéramos de él, no tendríamos el más mínimo cuidado y, podríamos morir de mil maneras distintas sin saber la razón hasta que fuera tarde.
Pues con el miedo ocurre lo mismo y, aquí aprenderéis a ser compañeros de vuestro miedo. Lo domesticaréis, e iréis con él de la mano en todas las batallas; incluso de la vida.
Aprenderéis de los maestros lykon mejor preparados. Se convertirán en vuestros referentes y, ellos trabajarán para que vosotros os convirtáis en sus reflejos vivientes durante los próximos séis meses. Para llegar a ser los mejores lykon posibles y, seguir vuestra mejora misión a misión; por la fortaleza eterna de Vossed.
Y recordad siempre, mientras quede un soldado vossiano en pie, habrá esperanza. Porque un vossiano unido, es un cloridiano caído. —levanta los brazos mientras da un paso hacia atrás, sonriente— Los maestros asignados por cada tres alumnos los sabréis a las seis en punto de la mañana, sin falta. Os quiero en formación en el campo exterior de entrenamientos con el uniforme que encontraréis en vuestras camas.
2.- DISCURSO DE ZARK EN LA TORRE MÁGICA:
Se abren los portones de la sala-comedor, que está en total oscuridad.
A medida que van entrando los alumnos, una esfera lumínica se les va apareciendo a todos y cada uno de ellos, guiándolos de forma individual y ordenada a sus asientos correspondientes.
Una vez todos se han sentado, las bolas lumínicas quedan flotando en las cabezas de cada aluno unos 10-15 segundos y, después desaparecen explotando como en pompas de jabón (seguramente algún alumno que otro habrá puesto mala cara por mojarse un poco el moflete, cosas que pasan).
Los alumnos se miran desconcertados unos a otros, pero no ven más allá de sus narices.
Comienza a sonar, melodiosa, un arpa. Seguida de triángulos, para acabar con un elegante sonido de clavicordio uniéndose al coro.
En el techo se fueron iluminando, de nuevo, las esferas expuestas con anterioridad, pero esta vez en un volumen tan pequeño como una uva navideña.
El comedor parecía estar a la intemperie, con un cielo sin nubes, dejando ver todo lo alta que era la sala.
De pronto todas las velas de las mesas se prendieron y, después, síes bellas antorchas iluminaron el largo de la pared donde ahora se podía adivinar el atril.
La música cesó, ahora con todo iluminado y, un estallido sonó justo tras el atril, llenando de humo esa zona. Humo, que cuando se disipó, es como si se hubiera transformado en el ser humano que ahora se veía levantando las manos y, sonriendo de satisfacción.
—Mis nuevos iniciados, mis nuevos defensores de la paz, mis nuevos amigos. Este humilde servidor —se puso la mano en el pecho y bajó un poco la cabeza, cerrando los ojos en el proceso. Para luego volver a su postura inicial.— os guiará en este camino que se ilumina a vuestro paso, pero se oscurece en las profundidades del mismo. Una vez más, yo, Zark Vasilius. Director de la Torre de Magia, volcaré vuestras mentes con conocimientos mágicos; tanto arcanos, como de nueva orden. También se os adiestrará en combates físicos, pues las necesidades en el campo de batalla así lo ameritan.
Leeréis manuscritos de toda índole, tantos, que os saldrán callos en el cerebro. Quiero que cada uno de vosotros salga de estos ancestrales muros, impregnados de historias aquí acontecidas, con unas capacidades tan cercanas a lo magnánimo, que estas "presencias" que aún no sabéis sentir, se sientan orgullosas. Pero sobre todo, en sosiego. Por el simple hcho de seguir manteniendo la seguridad de la Torre y, de la Orden, en las mejores manos. —Zark se colocó un puño en el corazón— Que la magia y presencia de nuestros antepasados rebose vuestros corazones, dé brillantez a vuestras mentes y, honor en todos vuestros actos.
Ahora cedo el testigo a nuestra maga más antigüa de la Orden, Thay Aconte.
—Hijos míos, el año no será fácil. Nada que sea bueno, lo es. Pero juntos romperemos espinas y, apartaremos maleza del camino. —agitó el puño en el aire. —Pronto se pondrá el sol. Desconozco si habéis dormido bien, o no, la noche anterior. Pero vuestra primera lección comenzará en cuanto una vela que hemos encendido ahora en vuestras habitaciones, se consuma en su totalidad.
Será entonces cuando la Torre volverá a la completa oscuridad. Pero ya conocéis vuestra luz... cada uno tiene la suya y, con el tiempo, aprenderéis a comunicaros con ella.
Os guiarán a la primera clase y, para ello, no falta mucho. Así que ahora partid a descansar cuanto podáis y, un profesor os estará esperando en la susodicha sala.
Por último, en vuestras camas encontraréis el uniforme que os corresponde como iniciados. Y sin más, bienvenidos a la Orden Mágica.